lunes, 18 de septiembre de 2017

¿Cómo me ayuda Dios a enfrentar mis desafíos y pruebas en la vida?


Dios es nuestro amigo incondicional, Él siempre estará allí para nosotros cada vez que sintamos que no podemos continuar. Solo necesitamos orar y pedirle que nos quite nuestras cargas o nos ayude a resolver nuestros problemas.
Él está esperando que lo hagamos y confiemos en Él, y si lo hacemos, seremos muy bendecidos. A veces puede que no sea fácil o podamos sentirnos realmente fuertes y pensar que no necesitamos ayuda, pero la verdad es que esos momentos son cuando más lo necesitamos y necesitamos ser lo suficientemente humildes como para reconocerlo, como Pedro dice en 1 Pedro 5: 6-7: "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. "
Cuando humildemente pedimos y aceptamos su ayuda, recibiremos una respuesta. Podemos sentir paz, consuelo, guía o podríamos recibir algo de sabiduría. Tal vez no obtengamos la respuesta que queremos pero será la respuesta que necesitamos.
El Plan de Salvación incluye desafíos, y con ellos nuestra fe es probada. Cuando estamos pasando por pruebas es cuando necesitamos más que siempre confiar en el Señor y hacer lo correcto, como guardar sus mandamientos, servir a los demás, orar, ayunar y leer las Escrituras. Leer las Escrituras nos ayudará enormemente porque es revelación directa de Dios. El élder James B. Martino, en su discurso titulado " Acudan a Él y las respuestas llegarán" nos muestra ejemplos claros de lo que nosotros debemos hacer para poder recibir respuestas.
En el discurso, el élder Martino dice que las pruebas van a fortalecer nuestra fe y que debemos acudir al Padre para recibir respuestas. El también menciona que para poder recibir esas respuestas tenemos que ver la condición y la intención de nuestro corazón, y por eso, también nos dice qué podemos hacer para ser merecedores de esas respuestas. Lo primero que menciona es la obediencia constante, y puso como ejemplo la respuesta que dió Nefi a sus hermanos: "¿Cómo es que nos guardáis los mandamientos del Señor? ¿Cómo es que queréis perecer a causa de la dureza de vuestros corazones? ¿No recordáis las cosas que el Señor ha dicho: Si no endurecéis vuesteos corazones, y me pedis con fe, creyendo que recibiréis, guardando diligentemente mis mandamientos, de seguro os serán manifestadas estas cosas?" (1 Nefi 15:10-11) 
Lo segundo que él menciona es el estudio de las Escrituras, y puso como ejemplo a los hijos de Mosíah diciendo: "¿Por qué las pruebas de estos hijos de Mosíah fortalecieron su fe y compromiso en lugar de hacerlos murmurar o dudar? La clave es que "se habían fortalecido en el conocimiento de la verdad; porque eran hombres de sano entendimiento, y habían escudriñado diligentemente las Escrituras para conocer la palabra de Dios" (Alma 17:2). "Todos enfrentamos pruebas y tendremos dudas, pero recuerden que debemos estar "asidos constantemente a la barra de hierro" (1 Nefi 8:30). " Las palabras de Cristo [nos] dirán todas las cosas que [debemos] hacer". Debemos dar al estudio de las Escrituras una parte diaria de nuestra vida, ya que ello abrirá las puertas de la revelación." ( 2 Nefi 32: 3)
Lo tercero y último que el menciona es la oración combinada con el ayuno. Siguiéndo con el ejemplo de los hijos de Mosíah dijo: "Para los hijos de Mosíah, "esto no es todo; se habían dedicado a mucha oración y ayuno; por tanto, tenían el espíritu de profecía y el espíritu de revelación". La oración y el ayuno nos permitirán ser susceptibles a las impresiones espirituales. La comunicación con nuestro Padre Celestial, mientras nos abstenemos de comer y beber con un propósito, nos permite "desatar las ligaduras de la maldad [y] soltar las cargas de opresión". La oración, combinada con el ayuno, proveerá para que cuando "[invoquemos]... responderá Jehová" y cuando clamemos, "... dirá Él: Heme aquí".

Uno de mis relatos favoritos del Libro de Mormón, se encuentra en Alma 53,56 y 57, y es la historia de los 2000 jóvenes guerreros. Me gusta mucho porque ellos confiaron en Dios y en lo que sus madres les habían enseñado. Aunque no fueran experimentados en la guerra, nunca dudaron de Dios y salieron a luchar en contra de los lamanitas para defender a su pueblo."Y te digo, mi amado hermano Moroni, que jamás había visto yo tan grande valor, no, ni aun entre todos los nefitas. Pues como yo siempre los había llamado hijos míos (pues eran todos muy jóvenes), he aquí, me contestaron de esta manera: Padre, he aquí, nuestro Dios está con nosotros y no nos dejará caer; así pues, avancemos. No mataríamos a nuestros hermanos si nos dejasen en paz; por tanto, avancemos, no sea que derroten al ejército de Antipus. Hasta entonces nunca habían combatido; no obstante, no temían la muerte, y estimaban más la libertad de sus padres que sus propias vidas; sí, sus madres les habían enseñado que si no dudaban, Dios los libraría. Y me repitieron las palabras de sus madres, diciendo: No dudamos que nuestras madres lo sabían." (Alma 56: 45-48)
"Y aconteció que cuando se nos rindieron [los lamanitas], he aquí, conté a aquellos jóvenes que habían combatido conmigo, temiendo que muchos de ellos hubiesen perdido la vida. Pero he aquí, para mi mayor alegría hallé que ni una sola alma había caído a tierra; si, y habían combatido con la fuerza de Dios; si, y nunca se había sabido que hombres combatieran con tan milagrosa fuerza; y con tanto ímpetu cayeron sobre los lamanitas , que los llenaron de espanto; y por esta razón los lamanitas se rindieron como prisioneros de guerra." (Alma 56:55-56)

Yo siempre quise estudiar en BYU, y desde antes de graduarme del colegio empecé a llenar la aplicación. Si o si tenía que ir porque si o si tenia que ser traductora y si o si tenia que trabajar para la iglesia, porque de lo contrario mi vida no tendría sentido. Al graduarme, le dije a mis papás que tenía que presentar el TOEFL, que es el exámen que la gente debe tomar si el inglés no es su lengua nativa. Cuando le comenté a mis papás, ellos me dijeron que si, pero nunca logramos concretar nada. La fecha final para enviar mi aplicación ya estaba cerca y todavía no habia presentado el TOEFL y mi papel de soporte bancario faltaba. Yo sentía que a mis papás no les importaba lo que yo había planeado para mi vida, ya que no se esforzaron por escucarme ni por concretar los pasos a dar, y me habían llevado a una universidad de aquí en donde podía estudiar Lenguas Modernas. Un día decidí llamar a BYU a preguntar si podía mandar mi aplicación sin esos dos papeles, y dije que en unas semanas los mandaría. Kate, la jóven que me contestó la llamada me dijo que no, que lamentablemente eso no se podía hacer. Al colgar, sentí que el mundo se me venía encima y que ya no tenía razones para seguir adelante. ¿Para qué estudiar si no es en BYU?, ¿para qué ser traductora si no voy a trabajar para la iglesia? ¿Para qué traducción?. En ese momento, yo no tenía cerca a alguien que me escuchara sin decirme "te lo dije", o "así es la vida", así que llamé a Laura, mi hermana y le conté todo. Ella muy paciente y amorosamente me escuchó y me dijo algo que nunca voy a olvidar: "si, muy lindo que tengas todas esas metas, muy lindo que quieras ir a BYU y que quieras ser traductora, y muy lindo que quieras ser un medio para que la gente pueda entender lo que Dios les quiere decir a través del Profeta y demás líderes. Muy lindo que quieras compartir con los que no hablan inglés, lo que te hace feliz. Pero, ¿alguna vez le preguntaste a Dios si eso es lo que Él tiene preparado para ti? ¿En algún momento oraste y le mostraste tus planes? Si, es muy triste que a uno no lo apoyen para cumplir sus metas y realizar sus sueños, pero no se te olvide que hay alguien que siempre te va a escuchar y va a ayudarte. Para ese alguien, nada es imposible, y ese alguien te ama inmensamente." Al colgar, me arrodillé y empecé a orar. En esa oración, debo admitir, le dije al Padre Celestial que no podía creer y me me parecía injusto lo que me estaba pasando. Le dije que lo que quería hacer era bueno, y que no veía el por qué de mi "desgracia". Meses después decidí volver a orar y empecé a ayunar. El siguiente semestre, o sea de Julio a Diciembre, decidí aplicar a la universidad que querían mis papás. Todo se dió muy fácil, en una semana ya hacía parte de esa universidad. Aunque me iba bien, tenía amigas, mis notas eran buenas, y la pasaba bien; no me sentía cómoda, sentía que estaba aí por obligación, mas no porque quisiera estar ahi. El primer trimestre acabó y decidi ayunar otra vez. Después de ese ayuno, volví a hablar con mis papás sobre BYU, y esta vez pudimos hacerlo sin pelear. Ellos empezaron a considerar la idea de que yo fuera allá. Empezamos a planear las cosas, pero esta vez la que no se sentía bien era yo. El segundo trimestre acabó y decidimos que no iba a volver a la universidad en donde estaba estudiando. En muchas oraciones, le dije al Padre que yo quería estudiar en una universidad de la iglesia, pero que no sentía que Provo era mi lugar, y que no sabía que hacer. Al comenzar el año, decidí aprender francés y seguir aprendiendo y practicando inglés en una academia. Yo estaba muy preocupada porque ya mis amigos y gente con la que me gradué iba en tercer semestre de universidad, y yo aqui estudiando francés. Mi autoestima empezó a caer, porque muchos amigos se iban a Utah o a Idaho, otros se estaban casando, otros viajando y haciendo cosas por sus vidas. Me empecé a alejar de mis amigos, quería dejar de ir a la iglesia y no iba a Instituto. No tenía ganas de hacer nada. En francés, empecé a tener problemas, en mi nuevo llamamiento de la iglesia también. Sentía que no era suficiente para estar en esos lugares. Salía de mis clases a llorar, porque ya no aguantaba más. Un domingo, los élderes me preguntaron si necesitaba ayuda, que ellos no podían ayudarme mucho, pero que podrían ayudarme a tener paz espiritual. Yo no sabía que ellos estuvieron ahi todas las veces que había salido de clase a llorar. Ese día, ellos me dijeron que tenía que tener fe, y tenía que volver a hablar con el Padre Celestial y decirle todo lo que sentía. Me dijeron que nosotros vemos solo una partecita de todo el plan que el Padre Celestial tiene para nosotros y que tengo que confiar en Él porque todo lo que me pase va a se en mi beneficio. Esa noche, decidí leer las escrituras. Cuando abrí mi tripleta leí: "Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos." (Doctrina y Convenios 121: 7-8) Esos versículos me dieron aliento, me animaron a seguir adelante. Al cerrar el libro, me arrodillé y oré al Padre pidiendo perdón y agradeciendo por todas las cosas que estaba viviendo. Le dije que me gustaría entender mejor por qué no debía ir a BYU, y le pedí que me ayudara a saber a dónde debía ir y qué debía hacer. El día en el que acabé mi tercer nivel de francés, decidí entrar a la página de Pathway porque quería ver de qué se trataba. Sentí que tenía que aplicar, así que eso hice. Me dejaron en lista de espera, eso me desanimó un poco, pero bueno, tenía que confiar un poco más. Semanas después me llegó un email que me daba la bienvenida al programa, ese día volví a llorar, pero esa vez fue porque entendí que Dios me estaba escuchando y que siempre lo hizo. Ahorita acabo de empezar mi segundo semestre de Pathway y me siento muy feliz.



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